Alguna vez Hugo Chávez fue seducido por el sueño de derrocar al gobierno colombiano y colocar en el poder a sus camaradas de las Farc. Sería, suponía él en su delirio, la fase final del renacimiento de la Gran Colombia, marxista y bolivariana como lo dijo en su momento el extinto jefe guerrillero Raúl Reyes, con la incorporación inicial de los gobiernos de Ecuador y Bolivia, bajo el mandato de Rafael Correa y Evo Morales.

Dicho y hecho, desde el principio de sus mandatos Chávez prestó todo tipo de apoyo a sus guerrilleros preferidos y viejos amigos, quienes a diferencia de Correa y Morales, electos democráticamente gracias a los petrodólares venezolanos, mantenían una guerra cruenta e interminable contra el Estado colombiano.
El territorio de las Farc en Venezuela
Fue así como buena parte de la frontera colombo-venezolana se convirtió en territorio “fariano” y/o “faraco” con la instalación de campamentos, “aliviaderos” donde venían a descansar los comandantes de los frentes, hospitales para atender a los heridos y base de operaciones para el secuestro y el cobro de vacuna del lado venezolano, así como luz verde para el paso de los cargamentos de drogas, todo con la complicidad de las Fuerzas Armadas venezolanas
La alianza Farc-Chávez, sin embargo, coincidió con la llegada al poder de Álvaro Uribe(2002), quien, gracias al respaldo de los Estados Unidos y el desarrollo de lo que llamó la política de “Seguridad Democrática”, con Juan Manuel Santos al frente del Ministerio de la Defensa, logró lo que había sido un imposible hasta entonces: colocar las Farc a la defensiva con una serie de golpes consecutivos que dejaron maltrecha a la cúpula guerrillera y comprometieron al pie de fuerza de algunos de sus decenas de frentes. Así, durante los dos mandatos de Uribe y a comienzos de los de Santos, cayeron figuras claves como Raúl Reyes, Alfonso Cano, el Mono Jojoy y el Negro Acacio.
Paralelamente y apertrechados en una infraestructura tecnológica de punta, con el apoyo de los Estados Unidos, los militares pusieron en marcha acciones de comandos como la Operación Jaque, en la que fue liberada la ex-candidata presidencial Ingrid Betancourt, luego de casi siete años de cautiverio, junto a once policías y militares y tres norteamericanos.
Los peores enemigos
Tormentosas fueron las relaciones en ese tiempo entre Uribe y Chávez, replanteándose la confrontación después de consecutivas reconciliaciones que duraban lo que un suspiro. Así, Uribe denunciaba a Chávez como aliado de “los terroristas” de las Farc y filtraba a la prensa las pruebas de su afirmación, mientras Chávez acusaba a Uribe de ser el jefe máximo de los paramilitares colombianos.
Solo ahora, ya despejado el panorama y luego de la transformación de Santos en generador de la paz y amigo de Maduro, si nos preguntáramos de parte de quién estaba la razón en aquella diatriba tendríamos que dársela al paisa a pesar de que se pronuncie por el NO en la prueba electoral al cual será sometido el acuerdo de paz. La impunidad es el argumento esgrimido por Uribe para rechazarlo, pero también debe señalarse que es el precio a pagar por la paz. Luego de largos años de pretendidos intentos por dejar las armas (el Presidente Andrés Pastrana les cedió una zona desmilitarizada en San Vicente del Caguán y todo terminó en una farsa que les permitió fortalecerse militar y económicamente), finalmente las Farc parecen haberse rendido ante la realidad y conscientes de que la toma del poder por las armas ha sido un fracaso luego de medio siglo, se disponen a entrar en el carril de la lucha democrática. .
Una derrota más para el chavismo que ahora pretende, en voz de Nicolás Maduro, erigir a Chávez (quien en un momento de ingenuidad de Uribe fue designado “mediador” con resultados catastróficos) en elemento clave de un acuerdo que resulta todo lo contrario de lo que hizo y dejó de hacer ante Colombia. A los colombianos la alianza del chavismo con la Farc les costó la prolongación y extensión de un conflicto que el gobierno de Chávez y luego el de Maduro auparon de todas las maneras. Pero también los venezolanos de la frontera debieron soportar la humillación del cobro de vacuna, el secuestro, el despojo de sus propiedades y la muerte, en una escalada criminal cometida con total impunidad. Veremos ahora si es verdad tanta belleza y el acuerdo de paz los libera, al menos, de una de las plagas que los viene afligiendo desde hace ya demasiado tiempo.
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Roberto Giusti

Roberto Giusti es un periodista venezolano que siempre ha perseguido el conflicto. Muy joven empezó su carrera como reportero de sucesos en Radio Caracas Radio. En búsqueda de historias se fue a Mérida,...

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